En 1895 en los campos, bateyes y pueblos de Cuba volvieron a sentirse los aceros del machete; poco después la tea incendiaria se enseñoreó como arma estratégica de la Guerra Necesaria preparada desde años antes por José Martí y otros patriotas, muchos de ellos veteranos de las jornadas primadas que comenzaron en 1868, y que durante diez años gritaron al mundo que Cuba ya existía como Nación beligerante contra el dominio colonial.