martes, 23 de agosto de 2011

Benny Moré cada día canta mejor

Hace 92 años, el 24 de agosto de 1919 nació Bartolomé Maximiliano Moré, quien al paso del tiempo se convertiría para siempre en Benny Moré, “El Bárbaro del Ritmo”.  Nació en cuna extremadamente humilde en un pueblito arrinconado que lleva por nombre Santa Isabel de las Lajas en la antigua provincia de Las Villas, hoy provincia de Cienfuegos. Creció entre trovas callejeras y toques de tambor en el Casino de los Congos, institución lajera muy cercana a su casa.
Este año que celebramos otro aniversario de su natalicio vale pensar cómo un artista de vida biológica tan efímera alcanzó tanta excelencia en la interpretación musical – sin discriminar ritmos – a pesar de que jamás recibió enseñanza académica alguna en tal sentido. No queda otra opción que atribuirlo a su genialidad.
El Benny fue sobresaliente a la hora de cantar sones, mambos, guarachas, guaguancós, rumbas, guajiras, bambucos y boleros. Estoy plenamente convencido de que si hipotéticamente hubiese sobrevivido a la aparición de las baladas, el rap y el mismísimo reggaetón, el bien llamado “Ruiseñor Lajero” habría sido capaz de interpretar dichos géneros con originalidad y maestría.
Fue tan original el “Bárbaro del Ritmo” que el desconocimiento académico de los cánones musicales, lejos de haber sido obstáculo fue la posibilidad para que alcanzara los matices expresivos que siempre lo acompañaron. Esa naturalidad, lo que me atrevo a calificar de “talento innato, silvestre” regalaron a la posteridad un peculiar modo de cantar y hacer la música, al extremo de que cada vez que el Benny interpretaba una pieza más de una vez – como lo hizo en tantas ocasiones – sonaba diferente, aunque siempre con su estilo único y encantador.
Me contó mi amigo el escritor y crítico cienfueguero Román Villotch una anécdota leída por él que ilustra el talento del Benny. En los primeros años de la Revolución, a raíz de la creación del Consejo Nacional de Cultura, el país empezó a ocuparse de la superación de todos los artistas. Benny – como dije antes – no tenía conocimientos de música y por tal motivo se acercaron a él para pedirle que se incorporara a su estudio, algo que él aceptó de buen grado. Pero, caso curioso, uno de los grandes directores de orquesta cubanos, el Mtro. Enrique González Mantici (1912-1974) le sugirió no hacerlo, pues de entrar en los preceptos académicos el Bárbaro del Ritmo podría arriesgarse y perder la pérdida de su don natural de componer y cantar.
En mi opinión personal me parece que González Mantici acertó, y fue una lástima que pocos años después el “Bardo Lajero” dejase de existir. Quién sabe cuántas nuevas creaciones suyas formarían parte hoy de nuestro patrimonio musical.
Cierto es que han transcurrido casi cinco décadas desde su muerte - ¡48 años! – y muchas más desde su nacimiento, como igual verdad que el Benny sigue siendo el alma del rinconcito que lo vio nacer, y por encima de todo emblema y voz musical de Cuba. Hoy es icono excepcional del pentagrama cubano, recordado y actual. Por eso nadie duda al afirmar que a la vuelta de tanto tiempo el Benny canta cada vez mejor, su música no aburre, cautiva a viejos y jóvenes; se renueva a sí misma y alegra el corazón, mientras significa punto de referencia para quienes hoy, como él lo hizo en su tiempo, se consagran al arte musical.
Si Cuba como país asumiera forma humana y cantara, su voz masculina sería la del Benny.

1 comentario:

  1. Magnífica reseña de Beny, aunque no soy cubana, el lenguaje de la música es universal, al igual que el lenguaje con la que se expresa nuestra alma. El talento, el ingenio es la expresión de Dios a través de nuestro SER. Hay quienes se conectan con este reconocimiento, de ahí que su humildad y grandeza expresados en las distintas manifestaciones de su arte, son también las cualidades de DIOS. Gracias por su valioso aporte.

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