Cuando visito algún restaurante de comidas chinas, hay
varios platos que siempre pido: arroz frito, maripositas y ¡chop suey! Este último nos parece a los
occidentales que es uno de los más altos exponentes de la cocina en el lejano
gigante asiático, pero no ha sido así; al menos, durante las primeras décadas
del siglo XX. Puede que ahora, conocedores de la tremenda aceptación que el
plato tiene allende sus fronteras, los laboriosos y emprendedores cocineros
chinos posean en su propio país establecimientos que se especialicen en ese
plato, por cierto que muy delicioso.
Dice un viejo refrán que “a buena hambre no hay pan duro”, y
es posible que – aparte buena sazón – los primeros que probaron el chop suey,
lo que aconteció en el siglo XIX, aunque lo encontraron delicioso, nunca
supieron cómo aquella suculenta variedad hubo de ser inventada. Nada menos que
en medio de un apuro.
Leí un viejo libro titulado “Cuatrocientos millones de
clientes”, escrito por el estadounidense Carl Crow y publicado en 1937 por la
editorial neoyorquina Harper & Bros., y ahí conocí la anécdota sobre el
origen del “chop suey”.
Narra el autor que cuando surgió en su modalidad
sofisticada, casi ningún chino lo había probado; digo así porque el término “chop suey”, a veces escrito “chap sui” originalmente solo era conocido por los
mendigos de la región de Cantón y, por cierto, fue así como lo probaron varios
mineros europeos – muy hambrientos– que deambulaban por tierras californianas
en busca de oro, durante los años de la “fiebre” de ese metal en el siglo XIX. La
traducción del chino al castellano significa: “sobras mezcladas”.
A California iba gente de muchas partes, no solo
estadounidenses, sino también alemanes, rusos, bohemios – de lo que es
actualmente Chequia – y, claro está, no faltó una buena cantidad de coolies
chinos, hombres humildes que emigraban para realizar las labores más pesadas y
difíciles, como por ejemplo, la construcción de vías férreas en el Oeste
norteamericano.
Pues según Crow en su libro, un diplomático chino de nombre
Wu Ting Fang le contó que los coolíes que emigraron a San Francisco
establecieron allá dos restaurantes de comidas cantonesas; en cierta ocasión
varios mineros famélicos llegaron pasados de hora y comenzaron a exigir comida.
Como el restaurante estaba a punto de cerrar, ¡y para evitarse un problema!,
los laboriosos cocineros chinos recogieron las sobras de comida sin que los exigentes
comensales se percataran y se lo sirvieron todo mezclado, como si fuese un solo
plato. ¡Vaya, sabemos lo exquisita que es la sazón china! Así que aquellos
hombres se comieron todo aquello muy a gusto y, con el interés de repetir el
plato en otra ocasión preguntaron a los cocineros cómo se llamaba aquello, a lo
que ellos respondieron en chino que “chop
suey”; claro, los comensales, que no conocían el idioma chino jamás se
enteraron de que aquello significaba “picadillo
de mendigos” o “sobras mezcladas”.
Por supuesto que los mineros regresaron una y otra vez
pidiendo su “chop suey”. Fue así que
el plato se popularizó en Estados Unidos y otros países de América y Europa…
¡menos en China!, al menos hasta aquel momento del lejano siglo XIX. De modo
que los chinos de otrora, riéndose de los caprichos occidentales, hicieron
proliferar restaurantes especializados en “chop suey” por todo el mundo.
Los tiempos cambiaron y hace años que del
“chop suey” únicamente sobrevive su nombre original, pues su elaboración nada tiene que ver con aquellas sobras
dadas a los mineros por los desesperados cocineros coolíes, ni las que comían los mendigos de Cantón.
El “chop suey” contemporáneo se prepara con ajo, cebolla,
jengibre, todo bien picado, y masas de pollo deshuesado. A todo se le agrega
zanahoria, apio, pimientos morrones, brotes y salsa de soja, pimienta y sal.
Todo se cuece con vapor. El más común es el “chop suey” de pollo, pero también
se prepara con otras especies cárnicas.
Ese es su origen, gracias a los hambrientos mineros europeos
que importunaron a los coolíes
cantoneses para que a punto de cerrar su fonda
les prepararan lo que hoy es un rico plato.
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